16 de marzo de 2015

"Pero no" - Reseña de Cynthia Chávez

La langosta literaria

Habría jurado que Alejandro Reyes es brasileño. En parte por inculta, claro, y otro tanto por la forma natural con que construye La reina del Cine Roma, sirviéndose de un aséptico juez-narrador que habla de un Brasil cruel, asignado a los más vulnerables: niños indigentes; con la fluidez y el caló de quien lo vive a diario.

Pero no. Alejandro Reyes es mexicano, residente en Brasil desde 1995. La nombrada novela la escribió en portugués y, más tarde, se encargó de su traducción al español (¿o reescritura?); tarea de alto grado de dificultad pues a la sesosa y sensible labor de trasladar el significado y la estética concebida, se acuñó el mundo íntegro en el que María Aparecida y Betinho se provocan al límite: el Cine Roma y sus alcances.

Entre personajes bien construidos en su derrumbe (su desfigurada familia, Pedrino, Betinho, Chico…), va y viene la esperanza, siempre la misma, que busca alejarse del desprecio y el dolor. Sin embargo, María Aparecida parece ser el detonante de todo lo contrario: nadie permanece a su lado sin pagar el precio. Un triste amuleto que será principio y fin para todos los que ella ama.

No sé quedarme fría, Betinho, lo sabes bien. Soy así, ni modo.

A pesar de consolidar un amor de familia, los ataques de ira de la también llamada reina y la combinación de los demonios de ambos sofocó las muchas casas improvisadas que levantaron. El enamoramiento en todos los sentidos no alcanzó para sopesar la hostilidad de la calle, la búsqueda individual. Así, acumulando desastres por separado y explorando la inmundicia que sólo se reserva para la gente, estos jóvenes (ni niños ni adultos) alcanzaron un titánico deseo que sabían nunca llegaría: el amor que cimienta un hogar. ¿Pues qué otro espacio se puede replicar que no sea el conocido?

Por Cynthia Chávez